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NOTICIAS : Bodega Cruz de Piedra; Recuperar un viejo amor

La bodega Cruz de Piedra (ex bodega San Telmo) acaba de recuperar la propiedad de su etiqueta Cuesta del Madero, que había sido vendida a la multinacional Seagram, luego absorbida por Diageo. La bodega de la familia Alonso, conducida hoy por la segunda generación, busca con la recompra de su marca ícono, consolidarse en el mercado y apuntalar sus otras etiquetas, además de otra recién incorporada, Monitor. Son primos, mendocinos y se confiesan “atrapados por la gran ciudad”. Tienen muchas cosas en común -el pelo negro, el apuro al hablar, los rasgos definidos- pero les gusta resaltar un logro que los vuelve a unir con su tierra, sus raíces y los sueños de sus padres. Ramiro Alonso y Sergio Abud Alonso son descendientes de los fundadores de la bodega Cruz de Piedra (ex Bodega San Telmo) y después de una docena de años recuperaron la tradicional marca Cuesta del Madero, que habían vendido a la compañía internacional de bebidas Seagram. Hoy, con la pasión recuperada, tienen ambiciosos planes para la bodega familiar.
El fundador de la bodega fue Sigifredo Alonso (padre de Ramiro), quien en 1973 decidió junto a sus hermanas Dolly y Nucha volcarse al negocio vitivinícola. Sigifredo adoptó (y adaptó) un concepto novedoso made in California: los varietales. Hasta entonces en la Argentina no se producían vinos elaborados 100% con la misma uva y con mirada visionaria, Alonso observó que el país necesitaba mejorar su cepaje. Así, malbec y cabernet fueron los primeros varietales que se produjeron en estas tierras.
Los siguientes diez años fueron dedicados a comprar los campos en Maipú, Mendoza, quitaron los viñedos antiguos, se niveló a cero la tierra y plantaron variedades puras (previamente hicieron viveros para reproducirlas). También se construyó la bodega que, ya a mediados de los ‘70, contemplaba en su proyecto original una pasarela para turismo (un modelo también copiado de Napa Valley). “Mi tío hizo una lectura muy bien ajustada a la Argentina, de lo que sucedía en Estados Unidos con la vitivinicultura”, repasa Sergio. Finalmente, en el ‘83 salieron al mercado San Telmo y Cuesta del Madero, dos marcas que todavía hoy son un referente en las mesas argentinas.
Los noventa fueron una década de grandes cambios para la bodega. En 1995 la empresa cedió la distribución a Seagram aunque siguió produciendo los vinos. Dos años más tarde, en 1997, vendieron ambas marcas. “La primera fue una decisión financiera; la segunda respondió a una oferta muy tentadora y a un escenario de país muy poco alentador”, dicen. El contrato de venta garantizaba a los Alonso la producción de los vinos durante una década.
En 2001 el mercado local volvió a dar un vuelco cuando Diageo absorbió a Seagram, aunque la bodega continuó elaborando los vinos. Mientras tanto, sin sus marcas insignes, lanzaron otras nuevas: Tiasta, Umbral de los tiempos y Cruz de piedra. “Es muy difícil tener una bodega y no poseer tu propia marca. Es muy duro poner pasión en una marca que no es tuya”, explican.
Pero los empresarios apuran la historia, quieren llegar al presente. “En marzo de 2009 se terminó el contrato de producción con Diageo y resolvimos recomprar la marca Cuesta del Madero”, dicen. La “recuperación”, que les implicó una larga negociación, tiene visos de epopeya para los primos, ya que la política internacional de Diageo es no vender marcas.
Aunque admiten “una pequeña lágrima” por San Telmo (que sigue en manos de Diageo), Cuesta del madero se volvió, según los planes, punta de lanza de los proyectos que la familia tiene para la bodega. Además de Cuesta del madero clásico que ronda los $10 (un genérico cabernet/malbec) sacaron al mercado cinco nuevas variedades. “Tuvimos la suerte de conocer a la gente de Brands, cuando la distribuidora era apenas una idea. Ambos proyectos crecieron en paralelo y funcionó; están funcionando”, sostiene Sergio.
Como marca, Cuesta del madero tiene muchos puntos a favor. A lo largo de estos años mantuvo una buena relación precio/calidad y “es una marca virgen, está todo por hacer. Y, al mismo tiempo, “en un mercado tan congestionado de etiquetas Cuesta del Madero ya tiene un espacio. Eso lo hace más fácil”. Además, en estas idas y vueltas al pasado, volvieron a la etiqueta original luego del imprescindible restyling. “Volvimos a sentirnos cómodos, a tomar lo bueno de antes”, afirman.
Ésta no es la única marca fuerte que compraron los Alonso. También son dueños recientes del champagne Monitor, una marca muy recordada que vivirá su propio relanzamiento en dos meses.
Hoy el portafolio está compuesto por Cruz de Piedra, ícono de la bodega corte de malbec, cabernet sauvignon y cabernet franc ($150); Umbral de los Tiempos; malbec, cabernet sauvignon y chardonnay ($ 33); Tiasta Roble, malbec, cabernet sauvignon y chardonnay ($ 22), Tiasta, malbec, cabernet sauvignon, chardonnay y sauvignon blanc ($ 17). La comercialización está a cargo de la distribuidora Brands co.
Los planes para 2010 y 2011 para las cuatro marcas se centran en el comercio exterior. Están abriendo mercados y ya empezaron tímidamente a exportar a Estados Unidos. Los otros puntos en la mira son Brasil y Canadá, por volumen, y el Reino Unido por un posicionamiento en imagen.
La bodega también hace desarrollos para otras firmas. “Tenemos entrenamiento en hacer marcas para otros. Trabajar diez años para una multinacional nos hizo evolucionar en standares de calidad y capacidad de producción. Podemos responder a una exigente demanda en calidad y volumen. Antes de Sigifredo en la Argentina se podía producir poca cantidad de buena calidad. Hoy se puede hacer mucho de muy buena calidad”, dicen.
Carrera familiar y empresaria
Como todas las empresas familiares, la bodega vio ir y venir a sus herederos a lo largo de su historia y fue encontrando la forma de conciliar los intereses de los miembros de la familia empresaria. Ramiro (38 años) se recibió de administrador de empresas en la UCA y luego de trabajar tres años en la bodega, de común acuerdo con su padre decidió hacer su experiencia laboral fuera de la empresa familiar. Así pasó por Kellogs y Clorox (en la parte comercial) para volver ocho años después. “Es muy bueno hacer la experiencia afuera, viajar, acceder a una capacitación nueva”, reivindica el único de cuatro hermanos que trabaja en la firma.
Sergio (48) es ingeniero agrónomo y estuvo en la bodega hasta fines de los ‘90, cuando ésta cedió las marcas a Seagram. Pasó por una empresa nacional de consumo masivo y, luego, por una distribuidora de productos alcohólicos.
Los primos se volvieron a reunir cuando Sigifredo se estaba retirando para dar nueva forma al proyecto. “Estamos contentos, nos sorprende dónde llegamos. Hoy necesitamos consolidarnos y continuar lo que estamos haciendo”, coinciden.
Actualmente la empresa tiene siete accionistas y una política de comunicación abierta, con reuniones periódicas con el directorio. Sigifredo Alonso, Konex de platino como mejor empresario pyme en 1998, sigue siendo el referente de los jóvenes. A lo largo de la charla su nombre vuelve una y otra vez. “Esa es la herencia que nos dejó; la empresa debe tener un manejo profesional porque es el soporte de la compañía. En definitiva, hacer las cosas bien”.

-Fuente: El Cronista Foto: El Cronista.

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